Alguien no hace mucho tiempo, olvidó esta botella. Yo, sin dudarlo ni un instante, la cogí y decidí guardarla para siempre. No, no pertenece a ningún famoso (mi época de locura quinceañera desapareció ya hace unos cuantos años), esta botella es de alguien mucho más especial, alguien mucho más importante que la mejor cantante de rock del mundo, que la mejor actriz de la historia del cine, que la más admirable escritora o poetisa. Esta botella es de
ELLA.
Porque su agua es la fuente de mi vida. Porque somos capaces de “bebernos” la una a la otra a través de caudalosos besos sin derramar ni una sola gota de pasión. Porque sabemos intercalarlo con sorbos de cariño, respeto y comprensión.
Porque en situaciones confusas, donde el agua sienta tentación de escapar a través de una traicionera pérdida, o incluso evaporándose, yo siempre tendré alguna
razón para volver a llenarla, como hoy…
Y hasta en el mismísimo desierto la encontraría…
Por tí…
Por mí…
Por nosotras.