miércoles, 24 de junio de 2009

Os presento a Dálmata...

Hoy como prácticamente cada tarde, he bajado con prisas del tren para ir en busca de mi coche y refugiarme de esta tremenda calor en su aire acondicionado. Ya saliendo del parking, la he visto, tenía su coche aparcado en zona amarilla y estaba metiendo maletas en su maletero.He pensado en parar y saludar, pero un simple vistazo a mi retrovisor me ha indicado que eso era imposible ya que detrás de mí venía una larga cola de coches.Podía haber pitado y haber hecho un gesto con la mano, pero me ha parecido demasiado frío, así que finalmente (dudando si dar la vuelta y regresar) me he venido a casa.

Conocí a Dálmata hace justo nueve años. Recién terminada la selectividad, un grupo de amigos decidimos hacer una escapada y pasar unos días en un apartamento ubicado enfrente de una cala espectacular. Ella, que por aquél entonces tan sólo era la amiga de uno de mis amigos, decidió apuntarse. Allí la conocimos todos. Creo que no tardamos ni 24 horas en apreciar que no encajaba demasiado dentro del grupo. Por esta razón, ella empezó a pasar muchos momentos en solitario pronto en aquel entorno. Un atardecer, salí del apartamento y la observé, estaba sola, sentada en la piscina, con los pies dentro del agua, pensativa. Yo me acerqué a ella y enseguida entablamos conversación. Desde ese mismo instante, sin saber ni cómo ni porqué, nos hicimos inseparables, y no sólo los días del viaje, sino también los consecutivos tras la vuelta a casa.

Dálmata fue la primera chica de la que me enamoré. Supongo que anteriormente me habría gustado alguna que otra chica, no lo sé, no lo recuerdo y la verdad es que tampoco me importa. La llegada de Dálmata a mi vida, me brindó la oportunidad de conocer a un ser especial, pero sobre todo me ayudó a conocerme a mí misma. Al principio me asusté, pero luego aprendí a llevarlo de la mejor forma posible. Me enamoré de ella tremendamente en pocos días, a la vez que ella se enamoró locamente también de un chico, con el cual pronto empezó a salir.

La quise mucho, pero decidí llevar ese amor en el más puro silencio. Jamás le dije ni le insinué nada de nada. A veces, se me partía el corazón cuando me hablaba de su novio o los veía juntos, pero otras me llenaba de vida su simple presencia, las cosas tan bellas que hacía por mí, la cantidad de planes que llevábamos a cabo las dos juntas... Y aguanté, nunca dije ni tuve ganas de decir nada.

Pero en ocasiones la vida nos puede sorprender hasta un punto imposible de imaginar. Dálmata pronto se marchó a la ciudad a un piso de estudiantes. Una fin de semana que su novio se había ido de viaje con unos amigos, me invitó a que nosotras lo pasáramos allí en su piso y así podríamos salir por allí.

La noche fue buena, quedamos con varios amigos/as suyas y lo pasamos estupendamente. Volvimos a las tantas de la madrugada a su piso, cansadas, y nos acostamos (obviamente en la misma cama, no había otra posibilidad) y pronto nos quedamos dormidas. Dormí muy bien, hasta que una sensación extraña me despertó... Dálmata me estaba acariciando y besando la espalda. Yo, decidí no moverme creyendo que igual sencillamente estaba soñando que estaba con su novio. Pronto los arrumacos cesaron. Volvimos a quedarnos dormidas.

Pasado un rato volvió a despertarme. Esta vez estaba muy pegada a mí, me cogía la mano por debajo de las sábanas, me acariciaba el pelo, me besaba el cuello, lamía los lóbulos de mis orejas... Aquel juego tentador, cada vez iba subiendo más de tono, a todo esto yo permanecía inmóvil, rígida, apenas sin respirar, no dando crédito a lo que allí estaba sucediendo. Finalmente, Dálmata, suavemente con su mano intentó acercar mi cara a la suya... ¡Iba a besarme en los labios! Y... ¿Qué pensáis que hice yo? Reaccionar y no permitirlo. Tras el rechazo, seguimos un rato más en la cama, ella muy abrazada a mí. Cuando finalmente se levantó, me miró y me dijo "Tía, me pasa algo raro contigo"...

Posteriormente seguimos con nuestra buena amistad, pero jamás, nunca hablamos de aquello... Supongo que tan sólo se trató de una simple confusión de su parte, pero me quedé con la duda para siempre de qué hubiera pasado si hubiese aceptado ese beso. Quizá nada, quizá poco, quizá mucho, quizá todo... No lo sé.

A día de hoy, seguimos manteniendo esa amistad aunque algo más distante, sencillamente por cuestiones de la vida. Ella se fue a trabajar fuera, yo me quedé. Ella tiene su novio formal, y yo a mi novia. Nos llamamos de vez en cuando o nos enviamos algún e-mail, pero nada es lo que fue.

Ahora está aquí y espero ansiosa una llamada. Por supuesto el amor se esfumó y vinieron otros mejores y correspondidos, pero el cariño sigue ahí y supongo que seguirá siempre.

Fue una etapa dura, pero a su vez especial.

Y siempre hay ganas de reencontrarse con una amiga.

1 comentario:

Tanais dijo...

Joder que curioso!!! ya nos contaras! a disfrutar!!!