domingo, 21 de junio de 2009

Triste

Siempre lo he pensado, pero hoy, una vez más lo corroboro: Soy una auténtica gilipollas.

Lo cierto es que la semana ha ido avanzando excesivamente lenta. Apenas he tenido trabajo, y en ocasiones, eso es mucho peor que no dar a basto con las tareas. Y eso es así por varias razones: Porque le das más al coco de lo normal, porque te sientes una inútil, porque ves con tus propios ojos cómo pierdes el tiempo... En fin. Este hecho, unido al de ver a Peace a "ratos" (o bien a la hora de comer con el tiempo justo o bien por la noche cuando la pobre llega a las tantas y tan cansada que se duerme enseguida),ha desencadenado el hecho de no llegar al fin de semana con demasiado ánimo.

A pesar de todo, intenté entregarme a él con la máxima motivación posible. Ayer por la tarde acudí al cumpleaños del hijo de unos buenos amigos. Mi niño (porque es mi niño)ya es todo un hombrecito. La fiesta estuvo bien, resultó divertida con tanto crío por medio. Pero yo, por primera vez en tantos de sus cumpleaños, me sentí fuera de lugar. Y lo hice porque echaba de menos a Peace, echaba en falta su presencia, como últimamente me ocurre en cada celebración lúdico-festiva-familiar... Y es que en momentos como ese, la rabia y la impotencia se adueñan de todo mi ser... ¿Por qué no podía estar ella allí conmigo? ¿Por qué hay momentos en los que sólo cabemos una? Es muy injusto, demasiado.

Para colmo, había quedado con Peace en que acudiría a su casa alrededor de las 20 horas y no pude llegar hasta las 22.30h. La idea era salir a cenar un poco por ahí con nuestros amigos gays J y P, pero enseguida me informó que a ellos les había surgido un imprevisto y no podrían quedar.

Total, que tras cenar en su casa, me ví con mi chica en el sofá de su casa como un matrimonio mayor. Ella hizo intención de leer, yo que no leo más que en el tren, sólo me veía con dos opciones: Tele e Internet. La primera era imposible puesto que a Peace se le ha roto, y la segunda no me apatecía en absoluto. A mí, lo que realmente me apatecía era salir a dar una vuelta, hacer algo, pero la expresión de Peace no señalaba lo mismo. Estuve seria un rato, me sentía agobiada, aburrida, pero no quise decir nada hasta que una amiga (lesbiana) me mandó un sms para informarme de que estaban en la puerta de una disco gay, para ver si nos apuntábamos.

Se lo comenté a Peace, y fue ahí cuando le confesé que yo iba con idea de salir, pero al ver que ella no había dicho nada deduje que no le apetecía. Total, que llevamos a cabo una conversación incoherente, ilógica y algo subidita de tono. Una vez finalizada y de regreso al más puro silencio, salí al balcón a fumarme un cigarro. Cuando volví al sofá, ella sin decir nada, se levantó y escuché que se ponía a fregar (cosa que nunca hace cuando está conmigo). Me sentí tan mal, que sin mediar palabra con ella, directamente me puse el pijama y me acosté en la cama.

Ella lo hizo más tarde. De vez en cuando me despertaba y oía cómo aún seguía lavando platos, y después cómo entraba al comedor y se sentaba a leer. No sé porqué, pero me sentí muy sola. A mitad de noche, cuando ya la sentí a mi lado, me acerqué varias veces a ella cariñosamente, para abrazarla... Ella se dejaba, pero no me correspondía como siempre lo hace, de hecho ni se inmutaba...

Esta mañana, al despertar, ya no estaba en la cama. Me he levantado pensando que estaría en el baño, pero no... No estaba en la casa. Pronto ha vuelto (había ido a por el periódico). Sin mediar de nuevo palabra, tan sólo una mirada fría y distante, ha seguido a su rollo. Se ha puesto la radio y a desayunar en la cocina, su neskuik, sus tostadas con mantequilla y mermelada, su té... Yo sólo me he limitado a sentarme a su lado y observarla en silencio.

Dandóme cuenta de que no estaba muy por la labor de arreglar las cosas, cuando ya estaba casi terminando, he ido a la habitación, me he vestido, me he lavado, me he peinado y he vuelto con ella. Cuando me he sentado de nuevo a su lado, he mirado mi reloj, entonces ella ha hablado por primera vez: "¿Te vas?" Y yo le he dicho que sí, que cogía el tren de las 12.20 horas.

Entonces ella ha cogido la prensa y se ha ido al sofá.La he seguido, me he sentado a su lado y la he besado en la frente, en la mejilla, he acariciado sus brazos... Y le he dicho literalmente "La única razón de que me vaya es que no quiero estar así todo el día contigo, frías, distantes, mosqueadas. Es lo mejor" (iba a venirme a casa por la tarde noche). Ella apenas ha dicho nada, pero he visto sus ojos apunto de estallar. He cogido mis trastos, y sin girarme ni un instante me he venido a casa. Esta tarde, a pesar de haber mantenido con ella un par de mini conversaciones telefónicas cordiales, no he dejado de llorar, y es que lo que menos quiero es hacerle daño. La quiero demasiado para eso. Y está triste, y estoy triste, y estoy gilipollas, y está gilipollas, y más teniendo en cuenta que la raíz está en una absurda gilipollez.

Buen comienzo de semana.

1 comentario:

Tanais dijo...

Estas cosas pasan hasta en las mejores familias jejeje, y luego te das cuenta de que por una tontería has fastidiado un finde, a nosotras nos ha pasado montones de veces. Lo bueno es aprender para que no vuelva a pasar, lo que pasa es que somos humanos y a veces es inevitable...

Habladlo a ver si se arregla, un besote guapa.