jueves, 15 de mayo de 2008

Menos teatro y más poesía

¿Os habéis fijado alguna vez?

En la mayoría de los casos, los lugares de trabajo son enormes y cristalinos escaparates de personalidades humanas. Los allí expuestos muestran una serie de cualidades un tanto variopintas.

En la oficina, siempre podemos encontrar a la típica persona que cree saber mucho más de lo que en realidad sabe, (llamémosla “gurú de la inocencia”). Por otro lado, tenemos a la persona que se ahoga en una pequeña gotita de agua, (“experta en embriaguez laboral”). La que a pesar de tener un cargo superior a ti, hace la décima parte que tú (“el/la matemátic@ subjetiv@”). La que ha entrado por enchufe (“el/la iluminad@”). El o la “pringá” que a pesar de desarrollar su trabajo bajo tus mismas condiciones, limitaciones e injusticias siempre te ofrece su ayuda ( “el/la prójim@ semejante”).

Y… ¿Qué decir del jefe o jefa? Ya dicen ellos bastante en sus interminables conversaciones telefónicas repletas de un glamour pelotero crónico.

Lo malo de esta tremenda exhibición, es que siempre hay también cierto intruso observador analítico (como es mi caso), que sin remuneración alguna, es capaz de “desnudaros” ante un público, en ocasiones también escénico.

Señores… menos teatro y más poesía…

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