Reflexiones de la vida cotidiana

Al fin parece que la lluvia cesa.

Ayer, a la vuelta del trabajo a casa en tren, lo que debería haber sido un trayecto de unos 30 minutos, se convirtió en hora y pico encerrada en un vagón repleto de gente debido a los retrasos. Estaba que me tiraba de los pelos, pero finalmente llegué sana y salva a casa.

Para colmo, hoy, después de mi jornada mañanera laboral en la Universidad, comenzaba mi primera clase del Máster. Pero cuál ha sido mi sorpresa al ver un cartel en la puerta de la clase, informando que el profesor no podría impartirla hoy al enecontrarse fuera. ¡Empezamos bien!

Peace ha estado allí comiendo conmigo, pero lo cierto es que de haberlo sabido, lo hubiésemos hecho en su casa, con comida más rica (no el "maravilloso" menú universitario) y desde luego mucho más tranquilas.

Y hablando de mi chica... Odio que cada vez que viene a casa me deje tirados en el sofá más y más periódicos, que me toque fregar el colador de la tetera ya que cada vez que lo hago termino cortándome, que me deje los armarios abiertos, el azucarero abierto, blablablabla. Pero en el fondo es mucho más apañada que yo, es sólo por ponerle un poquito de crítica, pero su casa siempre está reluciente y el desorden de la mía lo permito yo, que la tengo muy consentida.

Y ahora que ya va llegando el frío, y nos acurrucamos más en la cama por las noches (cosa que me encanta), lo único que odio, es que me arrincone en un ladito (cualquier día me caigo al suelo) y a ella le sobre más de media cama al lado contrario de donde estoy yo, y en la mía que mide 1,30 cm tiene un pase, pero en la suya que mide 1,50 cm imaginaos... Jajajaja. ¡Tiene un morro que (se lo como), digo... Se lo pisa! Jajaja.

Eso sí, cada una tiene su lado oficial en la cama (yo el derecho y ella el izquierdo)... Eso pasa en todas las parejas, ¿no?

Reflexiones de la vida cotidiana...